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CLÁSICA DE TULCÁN: TODO LO QUE TENÉS QUE SABER
La Clásica de Tulcán no es solo una carrera, es un símbolo del ciclismo ecuatoriano. Celebrada en la provincia del Carchi, frontera con Colombia, esta competencia de ruta ha sido cuna de grandes figuras como Richard Carapaz. Su recorrido exigente a más de 2.900 metros sobre el nivel del mar la convierte en una prueba tanto física como mental. Ya sea que seas amateur, estés soñando con el profesionalismo o simplemente seas fanático del ciclismo latinoamericano, esta carrera tiene algo que te va a atrapar. En este artículo te damos una guía 360 para que sepas cómo es la carrera, cómo prepararte, qué esperar del terreno y cómo aprovechar la experiencia al máximo. Spoiler: vas a querer ir.

Una competencia con corazón carchense
La Clásica de Tulcán nació como una iniciativa regional y fue creciendo hasta consolidarse como una de las carreras más importantes del calendario nacional ecuatoriano. Con el tiempo, se volvió una vitrina para nuevos talentos, y una parada obligatoria para equipos que buscan foguearse en la altitud.
Más que una carrera: un semillero
Por estas rutas se forjaron ciclistas que hoy brillan en Europa. Tulcán, por su ubicación en el altiplano andino, ofrece condiciones perfectas para entrenar en altura. Y eso se nota en la dureza del recorrido: repechos duros, viento frío y un sol que engaña. La carrera suele contar con varias etapas, incluyendo contrarreloj, circuitos urbanos y etapas de montaña.
Ubicación: Tulcán, provincia del Carchi, Ecuador.
Altitud: Aprox. 2.950 msnm.
Tipo de carrera: Ruta, con múltiples etapas.
Participantes: Equipos nacionales, juveniles, sub23 y algunos internacionales.
Clima: Frío seco, con temperaturas entre 7° y 20° C.
Participar en la Clásica de Tulcán no solo te pone a prueba físicamente. También te conecta con una cultura ciclista de pueblo, apasionada y auténtica. Acá, la bici es más que deporte: es identidad.
Cómo entrenar para rendir en Tulcán
Competir en altura no es lo mismo que correr a nivel del mar. Acá el oxígeno escasea, y el cuerpo tiene que adaptarse. Por eso, entrenar de forma inteligente es clave si querés rendir bien y evitar sorpresas desagradables en plena carrera.
Aclimatación: el factor invisible
Lo ideal es llegar al menos una semana antes para que tu cuerpo comience a producir más glóbulos rojos. En ese tiempo, hacé rodajes suaves, caminatas y descansá bien. Si no podés llegar con anticipación, bajá tus expectativas y dosificá tu esfuerzo durante la carrera.
Además, comé bien y mantenete hidratado. La altura seca más de lo que parece. Tomar electrolitos y evitar el alcohol es parte del combo si querés que tu rendimiento no se desplome al segundo día.
Entrená con desnivel y rutas similares si podés.
Simulá contrarreloj si la etapa lo requiere.
No descuides el descanso y la nutrición.
Llevá equipamiento probado, nada nuevo.
Hacé foco en la recuperación post-etapa.
Mentalidad: cabeza fría, corazón caliente
Más allá del físico, vas a necesitar cabeza. Hay etapas donde sentís que no avanzás, que el viento te frena o que el frío cala los huesos. Ahí entra en juego tu motivación, tu estrategia y tu capacidad de sufrir sin perder el ritmo. Competir en Tulcán es aprender a resistir.
Prepararte mentalmente es visualizar, hablar con tu equipo, definir roles y escenarios. Y sí, también se vale emocionarse al largar o al cruzar la meta. Porque acá no hay multitudes gigantes, pero cada aplauso vale oro.
Etapas, rivales y clima impredecible
Cada edición de la Clásica tiene sus particularidades, pero hay cosas que nunca cambian: el frío, el viento, y la exigencia del terreno. Las etapas varían entre circuitos en Tulcán, rutas hacia El Ángel o Huaca, y algún final en alto que quiebra piernas.
Conocé el terreno y jugá con inteligencia
No es una carrera para lanzarte sin estrategia. Acá gana quien sabe cuándo apretar y cuándo guardar. Las bajadas son rápidas, pero el pavimento puede tener grietas. Las subidas no son eternas, pero sí traicioneras. Y el viento puede hacerte perder un pelotón en segundos si no estás atento.
Etapa 1: Suele ser un circuito urbano rápido, ideal para sprinters.
Etapa 2: Media montaña, con repechos y tramos técnicos.
Etapa 3: Contrarreloj individual o por equipos, según el año.
Etapa final: Suele tener final en alto o un circuito rompe piernas.
Consejos de los que ya la corrieron
Muchos corredores repiten: “Tulcán se sufre, pero se ama”. No subestimes la altitud. Cuidá tu alimentación incluso si no tenés hambre. Sé solidario en carrera, pero competitivo en los momentos clave. Y nunca pierdas de vista el motivo por el cual estás ahí: por pasión pura por la bici.
Si llegás a podio, sabé que te ganaste el respeto de una de las aficiones más fieles del continente. Y si no, volvé el año que viene con más fuerza. La Clásica de Tulcán no se corre una sola vez. Se vive una y otra vez, cada octubre, con el corazón latiendo fuerte al ritmo del pedal.
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